Las calles de Santa Marta —la ciudad más antigua de Colombia— se llenaron de pancartas, voces y frustración. Vecinos de distintos barrios y líderes comunitarios protagonizaron una protesta frente a la sede de la Empresa de Servicios Públicos de Santa Marta (Essmar), luego de que la llegada del nuevo interventor, Edwin Antonio Parada Cabrera, coincidiera con una profunda crisis en el suministro de agua potable y el colapso del sistema de alcantarillado.

El Mercado Público, tradicional epicentro del comercio local, se impuso como símbolo desolador de esta emergencia: charcos de aguas negras y olores fétidos se apoderaron del lugar, dificultando incluso vender mercancía. Compradores y vendedores convivían en ese espacio infecto, mientras muchos sectores de la ciudad llevaban más de dos semanas —algunos hasta un mes— sin recibir una gota de agua.

La manifestación fue intensa pero pacífica. Con cánticos y pancartas, los ciudadanos exigieron soluciones urgentes y reales, hartos del “carrusel de interventores” que llegan con promesas que nunca se materializan. “Ya estamos cansados de promesas, de palitos de agua tibia. Queremos que nos resuelvan ya”, repetían los presentes, cuestionando además la falta de acceso para la prensa en una reunión clave: solo 16 representantes comunitarios fueron admitidos.

Tras más de tres horas de diálogo con el interventor y líderes barriales, se informó un plan de acción inmediata: 40 tapas de alcantarillas llegarán pronto, con otras 100 en los próximos días; se activará limpieza con carros Vactor en pozos estratégicos y se implementarán mesas de trabajo en zonas críticas como San Fernando y Santana.

En paralelo, se iniciaron maniobras de mitigación en sectores como la Avenida del Ferrocarril, donde operarios desplegaron motobombas y tuberías para evacuar las aguas residuales acumuladas, especialmente en zonas donde el comercio ya se desplomaba por el hedor insoportable.

La Procuraduría, por su parte, hace seguimiento a la orden judicial sobre alcantarillado en Santa Marta, reactivando la presión institucional para que se cumpla la prestación del servicio público con prontitud.

El alcalde Carlos Pinedo reconoció públicamente que estos problemas estructurales no son nuevos, sino producto de años de negligencia y falta de inversión. Aun así, afirmó que su gobierno, en alianza con el presidente Gustavo Petro, está comprometido con dar soluciones estructurales para que los samarios puedan vivir con dignidad —no en medio de charcos infestados.

Mientras tanto, ciudadanos y comerciantes mantienen su exigencia: más que anuncios, quieren agua en sus casas, alcantarillas limpias y… resultados reales.

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