Magdalena, 4 de septiembre de 2025 – 18:21
Por Roger Urieles

Nueva Venecia, el mayor pueblo palafito del Caribe colombiano situado en la Ciénaga Grande de Santa Marta, está al borde del colapso. Sus cerca de 3 000 habitantes, que viven sobre pilotes de madera alimentados por la pesca y el turismo, enfrentan una emergencia ambiental que amenaza su permanencia.

Desde hace meses, dos especies invasoras —Hydrilla verticillata y la taruya (Eichhornia crassipes)— han colonizado más de 700 hectáreas del humedal, bloqueando los canales de navegación, contaminando el agua y reduciendo de forma alarmante la biodiversidad del ecosistema. El avance de estas plantas ha dejado al pueblo aislado: los motores de las canoas se enredan en la maleza, impidiendo el acceso a agua potable, alimentos y atención sanitaria.

Los pescadores, que antes obtenían ingresos de hasta 70 000 pesos diarios, ahora apenas alcanzan entre 10 000 y 20 000. Las redes están inutilizadas y la pesca es casi imposible. Las autoridades reportan que en tan solo seis meses la batata acuática ha cubierto grandes extensiones lagunares, secando corredores fluviales vitales y dejando a la comunidad en riesgo.

Desde octubre, se observa que esta invasión vegetal avanza a razón de alrededor de 1,2 km² por mes, causando acumulación de aguas residuales estancadas que generan malos olores y enfermedades cutáneas y gastrointestinales, especialmente en niños. Los casos de dengue y paludismo se incrementan, mientras que el puesto de salud local carece de insumos básicos.

La situación llevó a los habitantes a bloquear la Troncal del Caribe, paralizando el tránsito regional. Exigen medidas urgentes: suministro de agua potable, brigadas médicas, corredores navegables despejados, plantas móviles de tratamiento y la declaratoria de calamidad pública.

Mientras tanto, una tutela interpuesta por un líder comunitario en representación de los niños y adolescentes fue admitida por un juez, y ordenó medidas cautelares como el abastecimiento de agua y asistencia inmediata. Sin embargo, los pobladores critican la ausencia de ejecución efectiva por parte del Estado y de entidades ambientales.

El deterioro de Nueva Venecia es, además, una manifestación del colapso más amplio del complejo de la Ciénaga Grande de Santa Marta, un ecosistema Ramsar y Reserva de Biosfera. La mala gestión, la construcción de vías que alteraron el flujo hídrico, la salinización de los manglares, la sedimentación, la contaminación y la falta de intervención restauradora están poniendo en juego no solo un hábitat ancestral, sino también un patrimonio cultural en serio riesgo.

La comunidad dice con firmeza: “No queremos volver a desplazarnos. Amamos nuestro pueblo; luchamos por vivir aquí”. La cuenta regresiva para salvarlo ya comenzó.

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