Durante un acto celebrado en la sede de la Academia Militar de Venezuela este viernes, el presidente Nicolás Maduro, vestido con uniforme militar, lanzó una advertencia contundente: “Estamos listos para pasar a una etapa armada y planificada con todo el pueblo” en caso de una agresión militar contra la nación. En el cierre de esa jornada de movilización, el mandatario anunció que 8,2 millones de venezolanos han sido recientemente alistados, sumados a 4,5 millones de milicianos existentes —cifras que el chavismo presenta como prueba de fortaleza popular.
El evento marcó la inauguración de 5.333 nuevas Unidades de Milicia al Combate, parte de una estructura que el gobierno denomina Base Popular de Defensa Integral, acompañada por el alto mando militar, incluido el ministro de Defensa Vladimir Padrino López.
Pese al tono marcial, hubo espacio para el diálogo: Maduro expresó su respeto por el presidente Trump y lo invitó a conversar directamente, manifestando esperanza de que “recapacite”. A la vez, criticó indirectamente al secretario de Estado Marco Rubio, señalando que hay quienes buscan “mancharle las manos de sangre”.
Estas declaraciones ocurren en medio de una escalada de tensiones entre Caracas y Washington, frente al despliegue de buques de guerra y recursos militares de EE. UU. en el Caribe, en operaciones presentadas como parte de una lucha contra el narcotráfico. Maduro ha denunciado esta presión como una de las “más graves de los últimos 100 años” y asegura que es una amenaza al continente.
Por su parte, el gobierno estadounidense ha intensificado sus operativos en la región, movilizando destructores, fragatas y un submarino nuclear, aunque sin anunciar una intervención directa en Venezuela.
En síntesis, el mensaje de Maduro es claro: ante una agresión, la respuesta será armada, organizada y apoyada por el pueblo. Pero, al mismo tiempo, ofrece una salida diplomática, abriendo una vía para aliviar las tensiones —aunque critica a quienes, según él, promueven la violencia desde el extranjero.